3 sept 2014

Bartolomé: Un personaje y su paisaje / Por Enric Mateu



Bartolomé: Un personaje y su paisaje
El paisaje en “Bartolomé”, una novela de Miguel del Rey (Valencia, 2014) por Enric Mateu*.    

El paisaje es un hecho cultural que pertenece a un tiempo y a un lugar, esas dos condiciones nos permiten, en la primera de las obras de ficción del autor, adentrarnos en el mundo próximo físicamente pero alejado en el tiempo, lo cual da una componente particular a la obra, pues la trama de la novela no podría comprenderse sino se destacara la estrecha relación con su tierra.  El paisaje en “Bartolomé” no es el decorado sobre el cual suceden los acontecimientos y se encuadran las pasiones de los personajes, sino un elemento vivo y cambiante que explica la existencia del protagonista, de Bartolomé, que actúa sobre él incluso cuando se ausenta, y que a su vez es modelado por el propio caballero. Un paisaje que llena los ojos y el alma de los protagonistas y del mismo lector.

Viajar de la mano de Bartolomé Calzas, el protagonista de una novela de corte de saga familiar, por las tierras de la Marina y el Comtat con algún viaje ocasional a la ciudad de Valencia, implica una inmersión en un paisaje físico y social que nos hace revivir aquellos campos y aquel tempus, pues el paisaje al ser una construcción mental implica no solo la presencia física de  un perfil y un contenido, también la percepción de unos hombres y mujeres, el trabajo de otros muchos, todo ello en una visión caleidoscópica que se construye en el cerebro y se vive en un tiempo, más o menos rápido. En nuestra cultura se aprecia de manera rapidísima; el tiempo de Bartolomé es el propio de los finales del s. XVIII e inicios del Ochocientos, un tempus muy distinto, donde la realidad física se percibe andando, o a trote de caballo, aceptando los rigores del clima, comiendo en los viajes lo propio del lugar, percibiendo las escenas cambiantes que se acumulan en las retinas de viajeros y que poco a poco transforman un paisaje a lo largo de un viaje.

La novel·la s'estructura en dos molt diferenciades parts que corresponen a sengles períodes importants en la història d'Espanya i per tant de la Marina. La primera corresponde al siglo XVIII, en la que Valencia, tiempo atrás desértica, renace con la puesta en labor de las tierras abandonadas tras la expulsión de los moriscos. Es el tiempo de Cavanilles, que viaja por estas tierras y actúa como notario para relatar y dar fe de las profundas transformaciones en el paisaje valenciano que se llena de personas y cultivos. Precisamente el botánico viaja a las tierras de Bartolomé donde retrata un paisaje que el autor de la novela retoma y vuelve a recrear a partir de una documentación inédita y de gran valor, y desde una perspectiva vivida con los ojos de aquel que ha visto transformarse estos paisajes, que los vivió en una época si bien no lejana en el tiempo, muy distante culturalmente a lo que ahora se aprecia, cercana posiblemente -más de lo que parece- a aquellas descripciones del famoso botánico. Cavanilles, como los Calzas, se imbuye del pensamiento ilustrado, que como sus hijos los agrónomos franceses, quiere una naturaleza amable, ordenada, cultivada, donde se asiente una población feliz. Esa es la tarea que se le encomienda a Bartolomé desde el inicio de la novela, quien iniciará su educación sentimental con una visita de un día de Pascua de 1786 a las fincas del mayorazgo familiar en aquella Altea, y allí visualizará e interiorizará un paisaje agrario que a partir de ese momento formará parte de su ser. Empezará su visita como militar y la acabará como caballero hacendado mal que le pese.

El retorno de Bartolomé desde Mallorca a Altea introduce en la novela aquellas dos acepciones del paisaje que el personaje lleva en su mente, el paisaje agrario mediterráneo en sus dos versiones clásicas, el georgiano, el paisaje de la razón, lógico, ordenado, rentable, y el bucólico de los jardines que recrean la naturaleza y dan placer a sus paisanos; pero también los paisajes marinos tienen estas dos versiones, los contornos de la costa alteana, donde uno puede imaginar la belleza de la bahía definitivamente destruida en la actualidad y más allá el mar cambiante, con sus aguas quietas y profundas sobre las que el ralear de la luna las torna claras, rojizas, para poco a poco cambiar a su blancura equívoca, donde convive otro paisaje, el de la marinería, el de los trabajos y negocios de navegación, con sus luchas, sus tensiones, su temor a un mar lleno de peligros, donde hombres y bueyes ahondan sus cuerpos en las aguas profundas de las playas de Altea, en las que mujeres y ancianos cosen y reparan bajo un sol inclemente las redes que traerán el sustento.

Pero el paisaje, por su condición, se transforma con el tiempo de la mano de la sociedad que lo crea y lo contempla. Así, Bartolomé vive otros paisajes en la segunda parte del libro, durante aquel periodo convulso de la revolución y su contrarrevolución, de los sueños de libertad y de los delirios del absolutismo, que acompañó a nuestra historia en los primeros años del Ochocientos. Este periodo romántico es vivido por los Calzas en un paisaje agreste, dramático, sobrecogedor que nos conmueve, con las tierras sin cultivar, donde los agricultores son sustituidos por las partidas de bandoleros, y las dulces tierras de Altea son reemplazadas por el severo y áspero puerto de Confrides. Los pueblos de la sierra Aitana, incrustados en sus tortuosas pendientes: Benimantell y Confrides serán el paisaje donde ocurra, como no podría ser de otra forma, el apasionado amor de Juan el hijo de Bartolomé, idilio que no podrá ser encauzado hacia las normas racionales y equilibradas del XVIII, de la misma manera que el destino de su otro hijo, involucrado en las luchas del momento; todo ello les estallará a los Calzas, abocando a Bartolomé a una visión del futuro inquietante, oscura y profunda como las cercanas simas de Partagat, en la cresta de Aitana visitadas en su momento por Cavanilles.

Bartolomé es un personaje con paisaje. A través de sus idas y venidas por las comarcas nos narra la historia de una familia que transformó y fue a su vez transformada por el paisaje. Un mapa de rutas para ayudar a sus lectores a viajar más cómodamente con sus protagonistas, quizás facilitaría la comprensión de este territorio y sus paisajes. 

Si toda novela es un viaje al interior de uno mismo, en éste caso además viene acompañada de un amplio recorrido por los paisajes de la Marina, que de la mano de Bartolomé hemos vivido y disfrutado.
  • Enric Mateu, es economista y profesor de universidad.                                                                         
  • “Bartolomé” Crónica de una sociedad en tiempos de cambio. Una novela de Miguel de Rey 
    (Valencia, 2014), ISBN: 978-84-616-7791-7.
      





El paisatge és un fet cultural que pertany a un temps i a un lloc, aquests dos condicions ens permeten, en la primera de les obres de ficció de l'autor, endinsar-nos en el món proper físicament però allunyat en el temps, la qual cosa dóna un component particular a l'obra, ja que la trama de la novel · la no es podria comprendre si no es destaqués l'estreta relació amb la seua terra. El paisatge a "Bartolomé" no és el decorat sobre el qual succeeixen els esdeveniments i s'enquadren les passions dels personatges, sinó un element viu i canviant que explica l'existència del protagonista, de Bartolomé, que actua sobre ell fins i tot quan s'absenta, i que al seu torn és modelat pel propi cavaller. Un paisatge que omple els ulls i l'ànima dels protagonistes i del mateix lector.



Viatjar de la mà de Bartolomé Calces, el protagonista d'una novel · la de tall de saga familiar, per les terres de la Marina i el Comtat amb algun viatge ocasional a la ciutat de València, implica una immersió en un paisatge físic i social que ens fa reviure aquells camps i aquell tempus, ja que el paisatge en ser una construcció mental implica no només la presència física d'un perfil i un contingut, també la percepció d'uns homes i dones, el treball de molts, tot això en una visió calidoscòpica que es construeix al cervell i es viu en un temps, més o menys ràpid. En la nostra cultura s'aprecia de manera rapidíssima; el temps de Bartolomé és el propi dels finals del s. XVIII i inicis del Vuit-cents, un tempus molt diferent, on la realitat física es percep caminant, o al trot de cavall, acceptant els rigors del clima, menjant en els viatges allò propi del lloc, percebent les escenes canviants que s'acumulen en les retines de viatgers i que a poc a poc transformen un paisatge al llarg d'un viatge.

La novel · la s'estructura en dues molt diferenciades que corresponen a sengles períodes molt importants en la història d'Espanya i per tant de la Marina. La primera correspon al segle XVIII, en la qual València, temps enrere desèrtica, reneix amb la rompuda i plantació de les terres abandonades darrere de l'expulsió dels moriscos. És el temps de Cavanilles, que viatja per aquestes terres i actua com a notari per relatar i donar fe de les profundes transformacions en el paisatge valencià que s'omple de persones i cultius. Precisament el botànic viatja a les terres de Bartolomé on retrata un paisatge que l'autor de la novel·la reprèn i torna a recrear a partir d'una documentació inèdita i de gran valor, i des d'una perspectiva viscuda amb els ulls d'aquell que ha vist transformar aquests paisatges, que els va viure en una època si bé no llunyana en el temps, molt distant culturalment al que ara s'aprecia, propera possiblement -més del que sembla a aquelles descripcions del famós botànic. Cavanilles, com els Calces, s'imbueix del pensament il·lustrat, que com els seus fills els agrònoms francesos, vol una naturalesa amable, ordenada, conreada, on s'assenti una població feliç. Aquesta és la tasca que se li encomana a Bartolomé des de l'inici de la novel·la, que iniciarà la seua educació sentimental amb una visita a les finques familiars en aquella Altea de la Pasqua de 1786, i allà visualitzarà i interioritzarà un paisatge agrari que a partir d'aquest moment formarà part del seu ésser. Començarà la seua visita com a militar i l'acabarà com a cavaller hisendat mal que li pese.

El retorn de Bartolomé des de Mallorca a Altea introdueix en la novel·la aquelles dues accepcions del paisatge que el personatge porta en la seua ment, el paisatge agrari mediterrani en els dos versions clàssiques, el georgià, el paisatge de la raó, lògic, ordenat, rendible, i el bucòlic dels jardins que recreen la naturalesa i donen plaer als seus paisans; però també els paisatges marins tenen aquestes dues versions, els contorns de la costa alteana, on un pot imaginar la bellesa de la badia definitivament destruïda en l'actualitat i més enllà el mar canviant, amb les seves aigües quietes i profundes sobre les quals la brillantor de la lluna les torna clares, vermelloses, per a poc a poc canviar al seu blancor equívoca, on conviu un altre paisatge, el de la marineria, el dels treballs i negocis de navegació, amb les seues lluites i tensions, el el seu temor a un mar ple de perills, on homes i bous aprofundeixen els seus cossos a les aigües blavoses de les platges d'Altea, en la qual dones i ancians cusen i reparen sota un sol inclement les xarxes que portaran el peix i la vida.

Però el paisatge, per la seua condició, es transforma amb el temps de la mà de la societat que el crea i el contempla. Així, Bartolomé viu altres paisatges a la segona part del llibre, durant aquell període convuls de la revolució i la seua contrarevolució, dels somnis de llibertat i dels deliris de l'absolutisme, que va acompanyar a la nostra història en els primers anys del Vuit-cents. Aquest període romàntic és viscut pels Calces en un paisatge agrest, dramàtic, esglaiador que ens commou, amb les terres sense conrear, on els agricultors són substituïts per les partides de bandolers, i les dolces terres d'Altea són reemplaçades pel sever i aspre port de Confrides. Els pobles de la serra Aitana, incrustats en els seus tortuosos pendents: Benimantell i Confrides seran el paisatge on ocórrega, com no podria ser d'altra manera, l'apassionat amor de Joan, el fill de Bartolomé, idil que no podrà ser canalitzat cap a les normes racionals i equilibrades del XVIII, de la mateixa manera que el destí del seu altre fill, involucrat en les lluites del moment; tot això els esclatarà als Calces, abocant a Bartolomé a una visió del futur inquietant, fosca i profunda com les properes avencs de Partagat, a la cresta d'Aitana visitades en el seu moment per Cavanilles.

Bartolomé és un personatge amb paisatge. A través de les seves anades i vingudes per les comarques ens narra la història d'una família que va transformar i va anar al seu torn transformada pel paisatge. Un mapa de rutes per ajudar els seus lectors a viatjar més còmodament amb els seus protagonistes, potser ajudarà a la comprensió d'aquest territori i els seus paisatges.

Si tota novel·la és un viatge a l'interior d'un mateix, en aquest cas ve acompanyada d'un ampli recorregut pels paisatges de la Marina, que de la mà de Bartolomé hem viscut i gaudit.

No hay comentarios:

Publicar un comentario